Carta a mi abuela Rosa, tía de Toño el cabrero. Rayco González Morales


Tras la publicación en este blog del artículo La muerte del cabrero de Paco Déniz sobre la muerte de Antonio Dóniz Melchor (Toño), un primo segundo de Toño, Rayco González Morales nos envió un correo con la carta que escribió a su abuela Rosa que era tía de Toño el cabrero. La carta fue leída en el entierro de Rosa (el 29 de septiembre de 2011), al que asistió Toño. Rosa tenía 93 años cuando falleció y tuvo una vida también dedicada a la agricultura y la ganadería.
Rayco González me cuenta que se emocionó con el artículo que escribió Paco Déniz y que desea que difundamos en nuestro blog la carta que escribió a su abuela. Por su interés a continuación pueden leer el correo que me envió Rayco y la carta que escribió a su abuela:

Hola Juan:
He leído el articulo que ha publicado Paco Déniz en tu blog y me ha emocionado por la verdad que cuenta y por la cercanía de sus palabras. Mi madre es prima de Antonio Dóniz Melchor (Toño), mi abuelo también era cabrero y aún siguen la tradición dos tíos míos Adriano y Manolo (primos de Toño). Hace un año y un mes murió mi abuela Rosa (29 de Septiembre de 2011) a los 93 años, recuerdo la noche del duelo hablar con Toño de mi abuela y como me comentaba algunas anécdotas suyas, como que cuando estaban por La Perdoma o la parte baja del valle con sus hermanos y les cogía un aguacero iban a casa de mi abuela que les preparaba un caldero de comida (que para ellos era un lujo) y les dejaba dormir hasta la mañana siguiente. También me comentaba que mi abuela le enseñó a comer con cuchara, el vivía en Benijos y mi abuela en La Perdoma, lo curioso es que estamos hablando de finales de los años 60 y principios de los 70, hace nada y ya lo hemos olvidado.

Bueno, disculpa por alargarme en la introducción. Aquella noche decidí que mi abuela se merecía una carta en nombre de su familia, por su historia y por el legado que nos ha dejado. De aquella carta formó parte Toño y ahora quiero compartirla porque creo que ninguno de los dos nos ha dejado, porque ellos son nuestra historia y parte de nuestra vida, y debe conocerse la historia para actuar de una manera prudente, sensata y solidaria.
La carta fue leída el día que enterraron a mi abuela y se la hice llegar a sus hijos e hijas, mis tíos. Pero ahora mi intención es que sea difundida y me parece que tu blog es uno de los sitios adecuados. Si quieres explicar algo como introducción comentarte que mi abuela Rosa era tía de Toño. La carta la quise firmar como tu familia porque son historias difundidas oralmente y de vivencias compartidas. Si quieres puedes poner mi nombre Rayco González Morales nieto de Rosa y primo segundo de Toño.

CARTA A MI ABUELA:

¡Querida Abuela!

Quería agradecerte lo mucho que me has enseñado, las cientos de historias y momentos que han llenado mi vida gracias a ti, mostrándome quien soy y de donde vengo.

Mi Abuela nació en la parte alta de La Orotava, en Benijos, en el seno de una familia trabajadora de agricultores y cabreros.

Su padre Manuel tuvo que emigrar cuatro veces a Cuba, para volver y comprar tierras. Su madre Antonia se volvió loca, según dice la historia, por un embrujo de su hermana que estaba enamorada de Manuel, su padre.

De niña tenía que cultivar las tierras, limpiar los pajares donde vivía y cuidar el ganado. Algunas noches por los barrancos se oían gritos de mujer que iban acercándose cada vez más, cada vez se oían más fuertes, eran las brujas. Las brujas venían a robar el ganado, mi abuela tenia que meterse con su padre en el establo y encender un candil para que no robaran las cabras, y esperar con mucho miedo a que se alejaran.

Mi abuela Rosa se casó con Adrián de familia muy pobre y cabrero de profesión. Mi abuelo Adrián pasó hambre y miseria. Mi abuela tenía tierras y como ella decía: “Potaje de coles y gofio nunca faltaron”.

Mi Abuelo hacía la ruta del Imobad, antes de que prohibieran la entrada del ganado en el monte. En Invierno cruzaba la cumbre en dirección a los pastos del Valle de Güimar, y en verano volvía a los pastos del Norte, esta ruta viene de los pastores Guanches, utilizando sus cuevas y tradiciones. Hoy en día es la ruta que realizan los peregrinos para visitar a la Virgen de Candelaria.

Mi Abuelo, por su honradez y bondad sigue siendo recordado en todo el Valle de La Orotava, después de más de treinta años. Si dices que eres nieto de Adrián el cabrero, siempre te dan la mano, te regalan una sonrisa y te cuentan una anécdota suya. Yo no lo conocí pero algo bueno habría hecho.

A mi Abuela no le faltaba comida, pero tenía que trabajar duro. Al día siguiente de la recogida del trigo o el centeno debía levantarse muy temprano para llevar el cereal al molino, desde La Perdoma a la Villa de Arriba, esperar a que le hicieran el pan y después bajar hasta el Puerto para venderlo. Como solía decir, con ese genio tan característico en ella: “trabajen ustedes que más que yo no ha trabajado ninguno”, seguro que tenía razón.

Mi Abuela curaba del mal de ojo y del empacho, con sus manos llenas de aceite te masajeaba la barriga recitando un rezado tres veces, te ponía una servilleta mojada en aceite que calentaba con un fósforo y un paño bien apretado. La primera vez te ponía los pelos de punta a la segunda gustaba, te daba calma. Lo mejor es que te curaba.

En la casa de mi Abuela nunca faltó un plato de comida, como me comentaron ayer algunos de sus sobrinos. Si llovía y no podían subir a Benijos se iban a casa de mi abuela preparaba una olla de comida y todos se quedaban a dormir hasta el día siguiente.

Mi Abuela planto el monte del Valle de La Orotava en los años 50, pelado por la deforestación.

Con todas estas labores logró criar 10 hijos (6 hembras y 4 varones), tuvo uno más que murió al poco de nacer y 3 abortos. A todos los alimentó y cuidó, incluso después de la muerte de mi abuelo repartió un pedazo de tierra para cada uno de ellos. De estas hijas e hijos nacieron 29 nietos, 29 bisnietos y dos más que están por llegar.

Mi Abuela me enseñó que en el Valle de La Orotava existían brujas y brujería, me enseñó qué era el hambre y la necesidad, que trabajar la tierra era un arte, que ser cabrero es un honor y un orgullo, que se debe dar sin esperar nada a cambio, que antes de los Pinos había trigo, centeno y tierras de pasto, que se puede curar con las manos, y muchas cosas más que van en cada historia, en cada recuerdo.

Abuela, mi vida, tus hijos y tus nietos nunca te van a olvidar, ni los hijos de tus nietos, ni los nietos de tus nietos, porque tú eres historia, tú eres vida, todos venimos de ti.
Rayco González Morales, tu nieto, y tu familia.

Foto: Lavanderas de La orotava, publicada en valletaoro.com

Acerca de juanglujan

Juan García Luján es periodista, de las islas Canarias. Ha trabajado en radio, prensa y televisión. Entiende el oficio de periodista como la posibilidad de informar, comunicar y reflexionar en alto. Todavía cree que es una profesión útil para la sociedad. Después de 25 años de oficio no confunde libertad de empresa con libertad de expresión.
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Una respuesta a Carta a mi abuela Rosa, tía de Toño el cabrero. Rayco González Morales

  1. He leido con interés los artículos sobre Toño, el pastor. Me emocioné con ellos y se me escapó alguna lágrima. Conozco ese tipo de vida sencillo y natural donde reside lo auténtico. Gracias por traerlos al recuerdo o como se decía antes «por sacarlos al oreo». Un abrazo

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