La cumbre de los arrapiezos. Juan Montero*


Nuestros “poderosos”, como buscones de alta gama, se han reunido una vez más hasta altas horas de la madrugada echándose un tute entre la digestión de una cena pantagruélica y las primicias de un exquisito e igualmente abundante desayuno.

Se reúnen de nuevo en la que no ha sido sino la enésima cumbre de todas las cumbres, en la madre de todas las cumbres y una vez más, y van muchas, nos cuentan la milonga de sus soluciones siempre orquestadas por sus medios, prácticamente todos los medios de gran difusión, y con ese inestimable apoyo nos vuelven a cantar las rancheras de su eficacia así como su vocacional y entregada dedicación a nuestros graves problemas y pesadillas. Nos dicen, dormid tranquilos, nosotros velamos vuestros sueños.

Y sin embargo, a poco que busquemos vamos descubriendo lo que hay detrás de tanta palabrería, como siempre, deliberadamente ambigua, detrás de tanto engaño.
En primer lugar, el pacto por el crecimiento, la gran baza de Hollande para hacer tragar a los franceses la píldora envenenada del pacto presupuestario por la austeridad, resulta forzado y claramente insuficiente. Se habla de comprometer 120.000 millones de euros, cantidad que no alcanza ni el 1% del PIB europeo y de la cual el cincuenta por ciento eran ya partidas de las llamadas “durmientes” a desarrollar desde ahora hasta el 2014.

Se trataría pues de unos sesenta mil millones de euros ya programados y con fecha de despliegue adjudicada. Nada nuevo. El resto, tal y como nos cuentan Thomas Coutrot, copresidente de ATTAC y Pierre Khalfa, copresidente de la Fondation Copernic, en un buen artículo publicado en el diario Le Monde -nuevos préstamos que tal vez la Banca Europea de Inversión podrá adjudicar al sector privado para la ejecución de “grandes proyectos”, con el peligro que esto siempre supone en manos de nuestra amplia corte de faraones y sus obras- será “goteado” a lo largo de años con lo que su impacto sobre el crecimiento se verá sensiblemente mermado.

En definitiva, el pacto sobre el crecimiento no tendrá ningún impacto sobre el crecimiento pero, tal y como dicen los autores citados, si bien este pacto sobre el crecimiento es un simulacro no lo es, en absoluto, el pacto presupuestario, éste sí bien real. Las medidas sobre reducción de los déficits implicadas en este último pacto suponen un impacto directo sobre el crecimiento de la zona euro ya demostrado y cifrado, por destacados institutos económicos europeos, en 7 puntos del PIB de la zona para el período que va de 2010 a 2013. Por todo ello, los autores citados concluyen: “… Dando a entender que el Pacto por el crecimiento compensará los efectos recesivos del Pacto presupuestario, Françóis Hollande pone en escena una verdadera superchería política (el artículo se titula La supercherie du “Pacte pour la croissance”) para justificar la rápida ratificación de este último por Francia (no debemos olvidar que, en lo esencial, tal y como pasa entre Rubalcaba y Rajoy, entre cons y neocons, Hollande y Sarkozy siempre estuvieron de acuerdo).

Recordemos que el Pacto presupuestario impone ad vitam aeternam una nueva norma presupuestaria (colada con premeditación, prisas y alevosía por el tandem Zapatero-Rajoy el pasado verano): el “déficit estructural” de los Estados -noción esotérica y controvertida- no deberá en ningún caso sobrepasar el 0.5% del PIB. El pacto introduce sanciones casi automáticas para los países que lo incumplan y da a la Comisión y a la Corte de justicia europea (ambas instituciones, como sabemos, muy representativas) el derecho de veto sobre las decisiones presupuestarias de cada país.”

Si a todo esto añadimos que los “logros” de esa larga noche de Walpurgis explicados por un periódico tan aquiescente y poco sospechoso de crítico como El País: la supuesta recapitalización directa de la banca, la compra de bonos por parte del Fondo de Rescate y el hecho de que el MEDE ya no será el primero en cobrar, están sujetos a condiciones extremas impuestas por el tandem Merkel-Van Rompuy, al cumplimiento de unos de esos memorandos de entendimiento estrictos que los griegos conocen para su desgracia al dedillo pues, entre otras cuestiones, Merkel, utilizando la expresión que empleó El País en uno de sus artículos, se guardó un as en la manga cuando dijo: recapitalización directa sí, pero sólo cuando haya una supervisión bancaria única liderada por el BCE, es decir, por Alemania. Tan sólo cuando entre en vigor este supervisor único, se ignora cuando, y se permita la capitalización directa de la banca, este dinero dejaría de computar como deuda del Estado y pasaría a convertirse en préstamo del BCE a cada entidad bancaria. Aparte de que los plazos de constitución de ese supervisor son más que difusos y en cambio sus condiciones más que estrictas, ¿quién duda hoy de que las entidades bancarias a rescatar están quebradas, que resulta de todo punto insuficiente el anunciado rescate de sesenta y dos mil millones de euros, incluso lo sería sobre los cien mil millones posibles y que al final, vía memorando, pagaremos los de siempre?. El propio periódico El País lo deja claro cuando dice: “… La cumbre deja buenas noticias para España, aunque la condicionalidad de la que hablan Merkel y Van Rompuy amenaza con afectar a los de siempre. El Gobierno va a sentir en su nuca aún más cerca el aliento de Bruselas y del FMI, que le reclaman medidas como subir el IVA, bajar los sueldos a los funcionarios, retirar la desgravación por compra de vivienda… etc. Es decir, más recortes a cambio de las ayudas a la banca…”.

La declaración final de esta última cumbre de la zona euro (http://www.eldiario.es/zonacritica/2012/06/29/documento-declaracion-de-la-cumbre-de-la-eurozona/) es, como siempre, un monumento a la ambigüedad. ¿Quién con buena voluntad y mejor entendimiento no concluye que detrás de tanto eufemismo se oculta una intervención en toda regla?. ¿Quién puede todavía fiar a esta cúpula de mafiosos que nos desgobierna?. Nadie da duros a pesetas. ¿Quién, a poco que haga el mínimo esfuerzo por comprender, no descubre que esta cumbre, una vez más la cumbre de todas las cumbres, no ha sido más que una cumbre de arrapiezos?.

Pero lo más grave de todo es la progresiva pérdida de credibilidad de unas instituciones que han dejado de ser, las que lo eran, representativas, porque como cierran su artículo Thomas Coutrot y Pierre Khalfa:
“… Ningún artificio de comunicadores hará del Pacto por el crecimiento el inicio de una solución a la depresión en la que, peligrosamente, se hunde la zona euro debido a las políticas de austeridad generalizadas. Peor aún: esta superchería, y la inevitable decepción que la seguirá en la medida en que la crisis va a continuar agravándose, supondrá un golpe añadido a la credibilidad de la palabra política. Tomando a los ciudadanos por niños a quienes se les acuna con anuncios, nuestros gobernantes preparan a la democracia en Europa un oscuro porvenir…”.

¿No acaban ya, los auditores de lo público en Francia, de exigirle a Hollande recortes, para no más allá de 2013, muy superiores a los que el propio presidente negaba cuando era candidato? ¿Ignoraba acaso, todo un candidato a presidente de la república francesa y veterano político socialdemócrata las condiciones en las que se encontraba la economía de su país? Promesas que aquí y acullá no son sino palabras, mentiras que se lleva el viento pérfido de una crisis moral.

*Juan Montero es licenciado en Filosofía. Este artículo fue remitido a nuestro blog para su publicación.

Acerca de juanglujan

Juan García Luján es periodista, de las islas Canarias. Ha trabajado en radio, prensa y televisión. Entiende el oficio de periodista como la posibilidad de informar, comunicar y reflexionar en alto. Todavía cree que es una profesión útil para la sociedad. Después de 25 años de oficio no confunde libertad de empresa con libertad de expresión.
Esta entrada fue publicada en democracia, Economía, Juan Montero, otros autores. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario