De Francisca de Pedraza a Mercedes Pinto. Juan G. Luján




Se acaban de cumplir 400 años de la primera resolución
judicial en la que se dictó una orden de alejamiento contra un hombre
maltratador y se dio amparo a una mujer maltratada. El 24 de mayo de 1624 se
hizo pública la sentencia de divorcio de Francisca de Pedraza. Por primera vez
en la historia (seguramente de la humanidad) una mujer logró el divorcio tras
denunciar a su esposo por violencia de género.



 Francisca de Pedraza
fue una mujer humilde, se quedó huérfana a los 4 años, y fue acogida en un
convento en Alcalá de Henares. Siendo todavía adolescente, las monjas, después
de educarla para ejercer de buena esposa, la enseñaron a cocinar, limpiar la
casa, a coser,  la entregaron como esposa
a un vecino de la ciudad. Desde el principio su matrimonio fue un infierno:
palizas en plena calle, gritos, golpes. Estando embarazada perdió un hijo de
las palizas que le daba su marido Jerónimo de Aras.



Francisca no aguantaba tanto maltrato, acudió dos veces a
los tribunales, que le respondieron que eso era un asunto privado, también acudió
a la iglesia. Pero la Santa Madre Iglesia le pidió a Francisca que tuviera más
paciencia con su marido, que ejerciera como la esposa a la que habían criado en
el convento, y al marido le pidieron, lo ponemos literalmente como consta en
los documentos: “que tratara a su esposa con mucho amor “ y le diese “una vida
honesta y maridable, y el sustento, vestido, y demás necesario, como es
obligado, y no le hiciese semejantes malos tratamientos, como los que se dice
que le ha hecho”. (sic).



Según cuenta el catedrático de Historia Ignacio Ruíz
Rodríguez, que es quien investigó la historia de Francisca de Pedraza en unos
documentos (500 páginas) de la Universidad de Alcalá de Henares, después de 10
años de lucha, Francisca logró contarle su sufrida vida al nuncio del Papa,
quien encargó a la Universidad de Alcalá de Henares que estudiara su caso. El entonces
rector de esta universidad, Álvaro de Ayala, experto en derecho civil y
eclesiástico, escuchó el testimonio de Francisca de Pedraza y de algunas
personas que testificaron a su favor. Y dictó sentencia de divorcio que incluía,
orden de alejamiento de la víctima y devolución de la dote que había
recibido.  Cada año la Asociación Francisca
de Pedraza entrega  un premio que lleva
su nombre, y que, por cierto, en 2022 recibió la jueza canaria experta en
violencia de género Auxiliadora Díaz.



También hace  un siglo
otra mujer canaria, la escritora y poetisa Mercedes Pinto, pronunciaba en la
Universidad Central de Madrid una conferencia titulada ‘El divorcio como medida
higiénica’. El discurso de Pinto fue absolutamente revolucionario en 1923
cuando dijo «Yo  puedo declarar
sencillamente que soy cristiana y que el hogar y la familia son los tesoros que
enajenan mi espíritu ¡pero no un hogar a la fuerza, ni una familia creada en
medio del terror!”. Tras ese discurso Mercedes Pinto debió exiliarse a
Latinoamérica.



Pero ya ven, aquí seguimos en el siglo XXI, en la misma
semana del aniversario de la sentencia de divorcio de Francisca de Pedraza en
Valencia se acaba de registrar una “Asociación de hombres maltratados”. Será la
Consejería de Justicia e Interior que dirige Elisa Núñez Sánchez (de Vox) quien
tendrá que elegir entre dar subvenciones a asociaciones que defiendan a mujeres
maltratadas o a esta nueva asociación de machos sufridores. Han pasado 400 años
desde la sentencia de divorcio de Francisca de Pedraza, pero todavía sigue
habiendo mucha gente que volvería a desterrar a Mercedes Pinto y a decirle a
Francisca de Pedraza que aguante las palizas de su marido. Y algunas de esas
gentes, en las próximas elecciones europeas, se convertirán en eurodiputados y
cobrarán 6.000 por destilar machismo y racismo desde Bruselas. ¡Puaj!


@juanglujan

Este artículo también se publicó en el digital Tiempo de Canarias

Acerca de juanglujan

Juan García Luján es periodista, de las islas Canarias. Ha trabajado en radio, prensa y televisión. Entiende el oficio de periodista como la posibilidad de informar, comunicar y reflexionar en alto. Todavía cree que es una profesión útil para la sociedad. Después de 25 años de oficio no confunde libertad de empresa con libertad de expresión.
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