¡Qué bonita es Tarragona! Antonio Morales*


Y qué bien le sienta el petróleo. Confieso que en estos últimos días he estado tentado de coger los bártulos, levantar mi casa y trasladarme a vivir definitivamente al paraíso que, según me han contado, ha propiciado Repsol en los últimos años en la antigua Tarraco romana. He llegado a la conclusión de que los problemas de nuestros pescadores, de la escasez y carestía del pescado en Canarias, se debe a que la falta de un toquito de crudo en nuestras aguas disuade a los peces a la hora de reproducirse. También me han convencido de que nuestros camarones soldado de aguas profundas no se atreven a salir a la superficie, como las gambas de Tarragona, porque necesitan ese puntito de grasa que la ausencia de perforaciones impide.

Por lo que he leído, visto y oído, probablemente existen muy pocos lugares en el mundo donde la compatibilidad del turismo con la industria pesada adquieren una complementación tan extraordinaria. Y, según parece, está todo el mundo contento. Están contentos los responsables políticos, los representantes de los pescadores, los trabajadores… Pero ese aire bucólico no me casa con las noticias que los medios de comunicación más cercanos a la Costa Dorada mediterránea y otros no tan cercanos nos vienen transmitiendo desde hace algunos años. Desde 2004 hasta la actualidad se han producido en esa zona 18 vertidos de los que 8, algunos de una considerable dimensión, corresponden a Repsol. El primer derrame repsoliano –de dos kilómetros de largo- lo ocasionó en febrero de 2004 la plataforma Casablanca y luego vendrían otros en ese mismo año, en 2006, 2007 (2), 2009, 2010 (2)…

Durante todos estos años la prensa no ha cesado de informarnos sobre estos incidentes. En 2007, elEconomista.es anunciaba que las cofradías de pescadores de Tarragona y Cambrils estudiaban querellarse contra la petrolera por vertidos de crudo frente a las costas. El mismo representante de los pescadores que hoy se pasea por los medios hablando de las bondades del petróleo, Esteve Ortiz, apuntaba cómo le estaban afectando los derrames a la flota pesquera y a las especies marinas. En 2008 una fuga tóxica provocó la muerte de toneladas de peces y el corte de parte del suministro de agua a la ciudad. En 2009 el juzgado número 3 de Tarragona, a instancias de la fiscalía, abrió una investigación por la vía penal contra la petrolera y la empresa Pride of North America por un presunto delito contra el medio ambiente al producirse dos fugas de crudo sin que se informara de ello a las autoridades. En noviembre del mismo año El País nos participaba que los pescadores habían conseguido que la compañía les indemnizara (se hablaba de 1,5 millones de euros) por los daños causados. En diciembre de 2010 el periódico El Mundo daba cuenta de una investigación abierta por la Subdelegación del Gobierno en Tarragona por un vertido de fuel que alcanzó una extensión de 19 kilómetros cuadrados, “el equivalente a 2.000 campos de fútbol”, decía. Más tarde se supo que el ministerio de Medio Ambiente había eximido a la empresa del estudio de impacto ambiental (EIA) correspondiente. En diciembre de 2010 el error de un operario provocó un vertido ante el delta del Ebro de entre 120.000 y 180.000 litros que ocupaba unas 1.900 hectáreas. En enero de 2011 El Periódico de Cataluña publicaba que los vertidos de petróleo se abrían paso en los juzgados tarraconenses y nos decía que “la costa de Tarragona no sale indemne de la intensa actividad petrolera que se desarrolla en sus aguas”. Según el fiscal de Medio Ambiente de Tarragona todos los expedientes abiertos siguen su cauce y no están archivados. Por esas mismas fechas, el periódico de Prisa, afirmaba que el Gobierno exigía más seguridad a Repsol tras el goteo de vertidos: “La repetición de fugas nos obliga a revisar los protocolos de seguridad de Repsol para evitar más vertidos”, advertía la subdelegada del Gobierno. El alcalde, del PSOE, llamaba a la asunción de más inversiones en seguridad y al compromiso “de tener riesgos cero en estas fugas”, lo que fue contestado por la compañía con el anuncio de una inversión de 130 millones de euros. También en esta ocasión el patrón mayor de la Cofradía, Esteve Ortiz, decía en ABC que se quejaban de la falta de información por parte de la compañía petrolífera, que “sólo acaban consiguiendo cuando acuden a los tribunales”.

En fin, que no parece que todo sea una balsa de aceite. O sí, según se mire. Lo cierto es que Ángel Suárez, presidente de la Coordinadora de Entidades de las Comarcas de Tarragona, ha pedido la creación de un Tribunal Internacional de Medio Ambiente que “permita perseguir, juzgar, y sancionar a las multinacionales que están contaminando nuestros mares y océanos con la máxima tranquilidad y sin ningún control”. Visto lo visto, no me mudo. Y seguiré confiando en la capacidad de la sociedad canaria para defender un modelo energético limpio, renovable, autosuficiente, soberano, respetuoso con la naturaleza, plural, democrático, cercano…
*Antonio Morales es alcalde de Agüimes. El artículo fue enviado por el autor a nuestro blog para su publicación.

Acerca de juanglujan

Juan García Luján es periodista, de las islas Canarias. Ha trabajado en radio, prensa y televisión. Entiende el oficio de periodista como la posibilidad de informar, comunicar y reflexionar en alto. Todavía cree que es una profesión útil para la sociedad. Después de 25 años de oficio no confunde libertad de empresa con libertad de expresión.
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Una respuesta a ¡Qué bonita es Tarragona! Antonio Morales*

  1. ejenenacar dijo:

    Un conocido tarraconense, de profesión enfermero y ahora retirado me confesaba hace unas semanas, hablando de las prospecciones de REPSOL en Canarias y de como la prensa autonómica hacía incapié en las bondades de la multinacional y su ejemplo en Tarragona:
    «Estuve por algún tiempo haciendo guardias nocturnas por la zona donde están situadas las refinerías de REPSOL. Al salir del trabajo, aún de noche, regresaba hacia Tarragona y como fumador impenitente, iba con las ventanas abiertas fumando un pitillo. La carretera era bastante oscura y esa noche concreta tuve que parar en un semáforo a medio camino, justo en las inmediaciones de la refinería. Al llegar a la ciudad, me percaté que el brazo en que llevaba el cigarrillo estaba manchado de hollín. Si eso me ocurrió durante el poco instante en que permanecí parado en espera de que abriera el semáforo, no quiero pensar como sería la exposición toda una noche y así durante todas las noches, en muchos años. Jamás volví a fumar de regreso a casa y mucho menos a abrir la ventana».
    Curiosidad añadida es que siempre ha sido aficionado a la pesca y tendrían que oirle relatar cómo ha cambiado estos años las condiciones en el delta del Ebro y como poco a poco, la gran riqueza de unas aguas propias de estos ecosistemas, han ido mermando estrepitosamente.

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