Excelentísimo Soria, hoy puede ser un gran día

Buenos días, Excelentísimo. Hoy soñé con usted. Apenas quedan unas horas para que usted pierda el tratamiento de Excelentísimo, por eso quería despedirme dedicándole ese tratamiento. Le cuento. Este viernes me levanté con la canción de Serrat en la cabeza «Hoy puede ser un gran día». Con esa música y una imagen suya en Jersey. Sí, como se los ponía usted, sobre los hombritos, como los niños bien cuando van «de sport». Yo siempre decía «Soria en pulóver», pero este viernes no lo veía en pulóver, lo veía en Jersey, que no es lo mismo. La explicación del sueño la dará Soraya Sáenz de Santamaría en la rueda de prensa del consejo de Ministros de hoy cuando diga «el señor Soria no puede ser cesado porque ya estaba cesado como todo el gobierno, pero él ha renunciado a estar en funciones». Le costará decir que ha dimitido. Le costará decir que lo ha cesado. Pero contará que desde hoy usted no será ministro.

Ayer me llamaron de un periódico de Madrid. Estaban preparando un perfil de su trayectoria política, y estaban llamando a periodistas de las islas que hayan seguido su carrera. Me decía el periodista que en todas las redacciones madrileñas lo dan a usted por amortizado. Podría hacer una lista de agravios de sus actuaciones como Torquemada, como experto en mandar a la hoguera a los periodistas desafectos, en listas de periodistas non gratos que no debían salir en los medios que usted controlaba o donde tenía marionetas a su servicio cuando las tenía. Su sectarismo llegaba incluso a las comidas navideñas del ayuntamiento o del cabildo de Gran Canaria. Recuerdo una comida del Cabildo cuando usted era su presidente donde invitó como a un centenar de periodistas y otras cosas (me refiero a muchos que tenían micrófonos pero no se les conocía oficio). En esa comida estaba incluso don Francisco el dueño-locutor-presentador-director de Canal 25, el defensor de las madres de Gran Canaria que retransmitía en su canal la misa dedicada a Franco el 20 de noviembre la Ermita de San Telmo. Don Francisco estaba allí, sin embargo yo no fui invitado a ese encuentro navideño. Cuando me enteré de la cantidad de gente (bien de gente y qué gente) que sí había ido a la cuchipanda me sentí muy especial, muy valorado por usted, éramos pocos los que no podíamos ir, eramos pocos los desafectos. Algunos que hoy lo pintan como malo malísimo trabajan entonces para usted desde esos mismos periódicos o desde instituciones públicas.
Recuerdo aquella vez que los Hermanos Domínguez me lllamaron a su despacho. Yo era director de informativos de Canal 9 Las Arenas. Los empresarios querían ampliar su centro comercial, habían presentado una solicitud de licencia de obras en el Ayuntamiento que usted presidía. Venían de una reunión con el concejal de Urbanismo, Juan José Cardona (otro aventajado alumnos de su escuela de Democracia). Cardona le trasladó a los Hermanos Domínguez su mensaje: “¿Cómo les vamos a dar la licencia de obras para que amplíen el centro comercial si ustedes tienen en la televisión a ese periodista que está todos los días sacando noticias negativas del alcalde?”. Los Hermanos Domínguez me lo contaron y me pidieron que no le buscara las cosquillas al alcalde “hasta que nos dé la licencia”. Mi despido les podía haber costado 150.000 pesetas, y con la ampliación del centro comercial iban a ganar cada mes 100 veces más en alquileres. Sin embargo entendieron que ante un alcalde como José Manuel Soria era bueno contar con un periodista que no le tuviera miedo. Les dije a los Hermanos Domínguez que si había una manifestación de vecinos contra el alcalde y no la sacábamos en el informativo la televisión perdía credibilidad. Me dijeron que las manifestaciones sí las podía sacar “pero hombre, no te vayas a grabar las chabolas de San Francisco el día que Soria recibe al ministro Pimentel como hiciste la semana pasada, que eso le sentó muy mal y nos lo dijo. Ese día graba solo a Soria con el ministro”.
Es solo un ejemplo. En muchas ocasiones usted jugó con mi pan, Excelentísimo, y con el de muchos periodistas que no le hacían la ola. Y hacía eso mientras, por ejemplo, desde el Gobierno canario cantidades millonarias de dinero público a los medios que no publicaban sus fechorías o que se dedicaban directamente a montar campañas contra periodistas desafectos a usted. No importaba nada que esos medios fueran poco vistos, como el Grupo Intereconomía, al que regaló casi 200.000 euros de la consejería de Turismo por poner en portada “Un Gal en Canarias sin crímenes” en la revista época. La palabra Canarias asociada a crímenes, algo muy propio para ser patrocinado por la consejería de Turismo. Con la complicidad de sus compañeros de gobierno de Coalición Canaria que años después lo convirtieron a usted en malísimo por ser el ministro de Repsol.
Como le decía, podría hacer una lista de agravios, pero no soy partidario de las obsesiones. Nunca me sentí obsesionado por usted a pesar de las veces que jugó con el pan de mi familia. Las obsesiones no son buenas si uno quiere ejercer el periodismo, la política, la judicatura o la empresa con rigor. Usted es la prueba de ellos. Usted ha caído por las dos obsesiones que le han servido para subir en su carrera política: la mentira y el dinero. Solo quería despedirme Excelentísimo. A partir de hoy descubrirá cuántos amigos tiene. Usted se va y los que no le tuvimos miedo seguimos. No tengo más tiempo para usted. Serrat sigue cantando: Hoy puede ser un gran día.

@juanglujan

 

PD: Acababa de subir a facebook este artículo cuando aparece su comunicado anunciando su renuncia como ministro. Utiliza usted la tercera persona para hablar de los errores que usted ha cometido. Fiel a su estilo hasta el último minuto.