Claudia, el esperanzar de México


En pleno siglo XXI en México asesinan cada año a 3.000 mujeres. Solo el 25% de esos crímenes se reconocen como feminicidios, pero la mayoría tiene su raíz en la violencia machista. Este país que tiene  200 años de historia,   el tercer país más grande e importante de América,  había elegido a 65 presidentes pero no había   tenido todavía una mujer en la presidencia del gobierno.

Resulta esperanzador que en su primer discurso Claudia Sheinbaum haya declarado “No llego sola, llegamos todas”, aunque los medios de comunicación no son capaces de aceptar esa frase y se han molestado en titular “la discípula de López Obrador”, “la candidata de López Obrador”, “la heredera…”, a pesar de que Claudia Sheinbaum ha logrado 35 millones de votos, el respaldo de casi el 60% del electorado, la presidencia más apoyada  en doscientos años de historia, mientras que en 2018 López Obrador también arrasó, pero sacó 5 millones menos de votos. Pero parece los medios no se pueden creer que una mujer llegue a presidencia sin la sombra de un hombre.

Quizá la imagen de la mujer mexicana está demasiado contaminada de la historia de Frida Kahlo. Aquella mujer frágil, con el cuerpo mutilado, que entregó su  cuerpo y su alma a Diego de Rivera. La admiración de Frida por un hombre que la engañaba de forma constante se convirtió en un amor poco feminista. Le escribió Frida a Diego “Mi cuerpo, este peligro mutilado, quisiera un momento para olvidarse en tu calor, mi cuerpo pide a gritos unas horas de serenidad. Mi noche es una fregona del corazón. Mi noche sabe que me gustaría mirarte, cada curva de tu cuerpo, reconocer tu rostro y acariciarlo. Mi noche me sofoca con tu falta”.  Algunos poemas de la también mexicana Sor Juan Inés de la Cruz, escritos trescientos años, son más feministas que las cartas que Frida escribió a Diego Riera.

Desde la prensa norteamericana miran con reservas la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia mexicana. Alguien dijo una vez “qué desgracia la de los mexicanos, que estaban tan lejos de dios y tan cerca de Estados Unidos”. En el país de Biden y Trump eran más felices con el México del Partido Revolucionario Institucional. El PRI gobernó más de siete décadas México. El escritor Vargas Llosa llegó a decir que “México es una dictadura perfecta”, porque aunque se ponían urnas siempre ganaba el PRI. Detrás de la victoria estaban los fraudes electorales masivos, el caciquismo que pervive en amplias áreas rurales, las alianzas del PRI con grupos paramilitares que usaban la violencia contra cualquier colectivo disidente y, por supuesto, las alianzas con los grandes medios de comunicación.

Aquellas décadas de malgobierno se reflejaron en el levantamiento del Ejército  Zapatista de Liberación Nacional, la última revolución latinoamericana en el siglo XX, la revolución más poética, más pacífica y que más tuvo en cuenta a los pueblos indígenas. Tuve la oportunidad de escuchar a aquellos hombres y mujeres bajitos en un encuentro internacional en Chiapas. Un ejército armado con palos de escoba y navajas de llavero. “Nos tapamos el rostro, para que nos vean”, gritaban desde la selva Lacandona. Aquella pequeña revolución dio pie al movimiento zapatista y sembró en aquellos años el crecimiento del Partido de la Revolución Democrática. El PRI uso la violencia, la corrupción y los medios de comunicación como Televisa para intentar frenar a López Obrador. Pero la dictadura perfecta se vino abajo y Andrés López Obrador pudo alcanzar la presidencia en 2018.

Claudia Sheinbaum representa la diversidad de un país como México, de origen judío pero  defensora de la autodeterminación de Palestina, hija de un químico y una bióloga, su familia eran sefardíes búlgaros que llegaron a México a mediados del siglo pasado.  Trabajó como profesora investigadora en la universidad antes de entrar en política, donde fundó el partido Morena junto a López Obrador.

 En su discurso triunfal Claudia se acordó de las mujeres, de los pobres y de los pueblos originarios de México. Claudia representa la esperanza de México, pero la esperanza que reivindicaba esta semana Koldobi Velasco en una charla, la esperanza del verbo esperanzar que definió Paulo Freire: «Es preciso tener esperanza, pero tener esperanza del verbo esperanzar, porque hay gente que tiene esperanza del verbo esperar. Y la esperanza del verbo esperar no es esperanza, es ‘espera’. Esperanzar es levantarse, esperanzar es perseguir algo, esperanzar es construir, esperanzar es no desistir. Esperanzar es avanzar, es juntarse con otros para hacer las cosas de otro modo”. Ojalá Claudia ayude a esperanzar al pueblo que la acaba de votar.

@juanglujan

Este artículo también se publica en el periódico Tiempo de Canarias

Acerca de juanglujan

Juan García Luján es periodista, de las islas Canarias. Ha trabajado en radio, prensa y televisión. Entiende el oficio de periodista como la posibilidad de informar, comunicar y reflexionar en alto. Todavía cree que es una profesión útil para la sociedad. Después de 25 años de oficio no confunde libertad de empresa con libertad de expresión.
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