No paran de llorar. Juan G. Luján


Estos náufragos que llegan exhaustos al puerto de La Restinga no saben dónde está la isla de El Hierro. Llegan destrozados por fuera y por dentro. Detrás de cada uno de ellos y de ellas hay una historia de persecución, de deudas, de caminar descalzo por el desierto, de violencia sexual en una frontera, de un cuerpo mutilado por una guerra, de la mirada de un niño que no volverá a ver a su padre,  de un préstamo familiar para poder montarse en el cayuco.

Contaba hace unos días el periodista Txema Santana en twitter (X) que estos náufragos que llegaron a El Hierro “no paran de llorar” porque durante el viaje se murieron unas 50 personas que iban en la misma embarcación. Los supervivientes tuvieron que tirar los cuerpos sin vida al mar, los cuerpos que a veces eran de algún familiar. Tuvieron que beber  agua del mar. Seis de los rescatados debieron ingresar en el hospital. En otro cayuco que también llegó a El Hierro una mujer dio a luz.

Hay quienes hablan del “drama migratorio que vivimos los canarios”. No. Los canarios no vivimos un drama migratorio. No, en la última década no conozco a ninguna mujer canaria a punto de dar a luz que haya salido por  la noche en un barco clandestino en dirección a la costa de Senegal o de Marruecos. Canarias lo que vive son las consecuencias de la gestión de los flujos migratorios que hacen el gobierno de España y la Unión Europea, que en los últimos años han decidido que seamos islas-cárcel, donde se queden encerrados los que arriesgaron su vida en un barco con destino al paraíso europeo.

Pero, ¿hay alguien en Europa a quien le importe la vida de esta gente? Esos personajes llamados políticos que van en las listas electorales al Parlamento Europeo ¿tienen alguna propuesta para evitar tanta muerte? Porque en los debates no la han dicho. El PP y el PSOE, tan distintos en cada campaña electoral, firmaron recientemente un Pacto contra el Asilo, donde los estados pueden dar un portazo a las personas migrantes si pagan 20 mil euros, una visión de los migrantes como mercancía desechable.

El tuit de Txema Santana contándonos que en El Hierro “No paran de llorar” los náufragos que llegaron a tierra después de ver tantas muertes seguidas, después de pensar que también iban a morir, después de deshidratarse bebiendo agua del mar. El tuit que narra el llanto pasa desapercibido,  mientras  se hacen virales los bulos cargados de racismo. Hemos dejado que el odio se pregone desde las tribunas de los parlamentos disfrazado de organización política,  hace años que  en los medios se pone el micrófono y no se les replica a los políticos racistas. No nos lamentemos ahora porque la ultraderecha crece si los hemos tratado como si fueran tipos civilizados.

La poetisa de origen Somalí Warsan Shire escribió que “Tienes que entender/que nadie pone a sus hijos en un barco/a no ser que el agua sea más segura que la tierra./quién escogería pasar días/y noches en el estómago de un camión/a no ser que las millas de viaje/ signifiquen algo más que el viaje”. En El Hierro no paran de llorar. En Europa las urnas de abren este fin de semana y se llenarán de votos que defienden fronteras para los empobrecidos y que criminalizan a las víctimas de las guerras, de la de la desertificación, del postcolonialismo… “Cuando los nazis vinieron por los comunistas, no protesté, porque yo no era comunista, cuando encarcelaron a los socialdemócratas, no protesté, yo no era socialdemócrata”… Quién sabe si en unos años sea tan tarde, que no podremos ni llorar nosotros.

@juanglujan

Este artículo también se publica en el periódico Tiempo de Canarias

Acerca de juanglujan

Juan García Luján es periodista, de las islas Canarias. Ha trabajado en radio, prensa y televisión. Entiende el oficio de periodista como la posibilidad de informar, comunicar y reflexionar en alto. Todavía cree que es una profesión útil para la sociedad. Después de 25 años de oficio no confunde libertad de empresa con libertad de expresión.
Esta entrada fue publicada en Juan García Luján y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario